martes, 18 de septiembre de 2012

JARDÍN INTERIOR

EL CUIDADO DE NUESTRO JARDÍN INTERIOR.
Estar despierto y calmo con uno mismo no es lo mismo que dormir. Significa mucho más: es un completo estar despiertos y atentos a cada movimiento en nuestro interior. Requiere decisión para reconocer nuestra debilidad y hallar la fuerza para levantarnos y seguir. Brinda la libertad para andar por el propio jardín interior, juntar las hojas caídas y limpiar los caminos para que podamos encontrar fácilmente el sendero hacia nuestro corazón. Quizás aparezcan el temor y la incertidumbre cuando pisemos por primera vez este “terreno desconocido”. Pero lentamente, y entonces con certeza, descubriremos un orden, algo conocido y nos podremos ubicar, y se profundizará nuestro deseo de estar en casa.
Con esta nueva confianza tomaremos una vez más posesión de nuestra propia vida desde adentro. Con el nuevo conocimiento de nuestro “espacio interior”, en el cual se separan, fortalecen o renuevan sentimientos de amor y de odio, de ternura y de dolor, de perdón y de codicia, se percibirá nítidamente la mano suave: la mano del Jardinero que, cuidadosamente y con esmero, crea lugar para que una nueva planta pueda crecer, y que no arranca precipitadamente todas las malezas, sino sólo aquellas que amenazan ahogar a la nueva planta.
En el tumulto de nuestra vida cotidiana, tenemos reales dificultades para encontrarnos con nosotros mismos,  hacer silencio y escuchar el lenguaje del corazón. Es allí, y no en otra parte, donde surge la voz que contiene respuestas a nuestras preguntas más profundas. Pero como el  ritmo vertiginoso de nuestras preocupaciones nos ha hecho olvidar su lenguaje, necesitamos volver a aprender.
Henri  J. M.  Nouwen